Durante gran parte del siglo XX, la ciudad de Nueva York fue la indiscutible capital de los deportes de combate en el mundo. Fue allí donde Rocky Marciano acabó con el largo reinado de Joe Louis, donde “Sugar” Ray Robinson se enfrentó por primera vez al “Toro Salvaje” Jake LaMotta, donde Joe Frazier y Muhammad Ali pelearon dos veces. Sin embargo, para fines de 1960 el boxeo había embalado buena parte de su equipaje para mudarse a Las Vegas y dejar a los fanáticos de los deportes de combate con poco más que su nostalgia (y, ocasionalmente, alguna pelea importante).
El Madison Square Garden (donde se llevará a cabo la pelea entre Nate Diaz y Jorge Masvidal el viernes por la noche en un evento principal del UFC 244 que podrás ver por streaming en vivo a través de ESPN+) había perdido gran parte de su esplendor.
Nada ilustra cómo se terminó hundiendo Nueva York mejor que el hecho de que las artes marciales mixtas (el deporte de combate del siglo XXI) fueron ilegales en este estado hasta el 2016. Nueva York (el centro de los deportes de combate que de repente se volvió provincial) fue el último bastión de la guerra cultural de fines de los 90 que hizo que las artes marciales mixtas estuvieran prohibidas en la mayor parte de Estados Unidos en medio de un ataque de pánico moral y nerviosismo. No fue hasta noviembre del 2016, 23 años después del nacimiento de la UFC, que las artes marciales mixtas finalmente llegaron al Madison Square Garden.
No obstante, a veces las cosas que nos encantan son más dulces después de que nos las hayan negado. Incluso hoy, tres años después de la primera pelea de la UFC en el MSG, cada evento en Nueva York parece una larga lluvia luego de una temporada de sequía. Esto es tanto más cierto en el caso de Nate Diaz contra Jorge Masvidal, dos luchadores que representan todo lo que las artes marciales mixtas (y la ciudad de Nueva York) deberían ser.
A pesar de haber luchado profesionalmente durante casi 20 años, lo más probable es que Diaz y Masvidal no vayan a ganar títulos oficiales en el futuro cercano. Sin embargo, esto no impidió que la UFC vendiera la pelea del 2 de noviembre como un enfrentamiento por un cinturón, el cinturón que llaman “BMF”. Esto es un tributo a la reciente declaración de Diaz, según la cual desea renunciar a la búsqueda de un campeonato y solo pelear contra los “Baddest MotherFuckers” (los hijos de puta más rudos) del deporte. Y cuando dice “baddest motherfuckers”, se refiere, naturalmente, a sujetos como él: luchadores natos con mentones de acero y tendencias profundamente rebeldes a quienes les daría igual pelear en la calle en lugar de la jaula, quienes desprecian cualquier intento de reducir sus amadas peleas a una colección de victorias por decisiones técnicas y demostraciones soporíferas de lucha. El cinturón BMF, de una forma absurda, rinde homenaje a una mentalidad de luchador que está desapareciendo en las artes marciales mixtas modernas: la que desprecia la seguridad, los promedios y los análisis, así como cualquier otra cosa que intente aplastar el espíritu en nombre de las clasificaciones o la reputación.
Esto es todo lo que necesitas saber para mirar Diaz vs. Masvidal.
UFC 244: Diaz vs. Masvidal
- Cuándo: sábado 2 de noviembre
- Dónde: el Madison Square Garden en la ciudad de Nueva York
- Transmisión: ESPN+
- Costo: $4.99 al mes o $49.99 por año
Podemos agradecerle a Diaz (20-11) y a su sorpresivo y tardío despegue profesional por esta hermosa ocasión. Tras convertirse en una auténtica estrella y hacer una fortuna luego de sus dos peleas contra Conor McGregor, Diaz reaccionó (a su manera característica) tomándose un largo período sabático, y despreciando alegremente la publicidad y el deporte que lo hicieron rico y famoso. Tres años más tarde, reapareció como si nada, luciendo tan bien como siempre y con aún más seguidores. Esto demostró la teoría de que la ausencia hace crecer la apreciación y, en casos atípicos, la habilidad y la fuerza. Durante la ausencia de Diaz, Masvidal se despertó como luchador, como si el universo no pudiera tolerar a dos BMFs en ascenso al mismo tiempo.
Tras 15 años de carrera profesional con muchas decisiones técnicas en su historial, Masvidal (34-13) por fin se halló a sí mismo, primero con nocauts contra Jake Ellenberger y Donald Cerrone, y luego casi superando al genio del jiu-jitsu brasileño Demian Maia. Tras perder contra el golpeador Stephen Thompson, Masvidal completó su transformación de deportista sólido a superestrella este año. Primero, asombró al mundo cuando noqueó a Darren Till, un prometedor luchador en un auge vertiginoso. Tras su victoria, sorprendió al intercambiar golpes detrás de escena con Leon Edwards, otro contendiente de peso wélter (e introdujo al mundo la frase “tres piezas y un refresco” en el proceso). Más tarde, en julio, su llegada a lo más alto se hizo oficial cuando derrotó por nocaut a Ben Askren con un increíble rodillazo volador tan solo cinco segundos después del inicio de la pelea, en el final más rápido de la historia de la UFC. Por casi 20 años, Masvidal había luchado en la semioscuridad. Ahora todos estaban hablando de él. Un mes después de la pelea con Askren, Diaz lo estaba desafiando, y así nació el mito del título BMF.
Puede ser que ese título sea un truco de mercadotecnia sin sentido. Sin embargo, en una época en la que las clasificaciones perdieron su significado y los dos mejores luchadores de la categoría peso wélter consiguieron encarnar todo lo que es exasperante en las artes marciales mixtas (lucha con agarres asfixiantes, fanfarronería barata, acumulación de puntos, ataques racistas inspirados por Donald Trump), es realmente emocionante saber que dos personas que nacieron para luchar, que lucharían tranquilamente gratis (como lo ha hecho Diaz) o en peleas en patios traseros a puño limpio (como lo ha hecho Masvidal), que bravuconean con el tipo de poesía que solo se le da al luchador nato, arrojarán la precaución por la borda, ignorarán los análisis, y pelearán del modo en el que el buen Dios quiso que lo hiciéramos.
Kelvin Gastelum vs. Darren Till
Desde que Kelvin Gastelum (15-4-1) entró a la UFC a la tierna edad de 21 años se lo ha infravalorado. Todos dijeron que era muy pequeño o muy grande, que le faltaba demasiado estado físico o motivación, que le faltaban demasiadas habilidades necesarias para ser un luchador exitoso en la UFC. Así, fue despacio de la mano de los organizadores de la UFC, que lo hicieron pelear 14 veces antes de darle la oportunidad de ganar un título.
Desde que Darren Till (17-2-1), un inglés vistoso con golpes fuertes, buen aspecto y un acento ganador, entró a la UFC a la tierna edad de 22 años, lo han sobrevalorado. Los organizadores de la UFC, hambrientos de estrellas británicas comercializables, lo condujeron demasiado lejos demasiado rápido. Tras una victoria por nocaut frente a un Donald Cerrone de talla inferior en 2017 y una cuestionable victoria por puntos frente a Stephen Thompson en 2018, a Till le dieron una inverosímil oportunidad de ganar un título de peso wélter habiendo peleado solamente seis veces en su carrera en la UFC. El resultado fue un llamado de atención a manos del entonces campeón Tyron Woodley. Luego de que Masdival, que es mucho más pequeño, lo noqueara y dejara inconsciente en su siguiente pelea, de repente comenzaron a correr rumores en el mundo de las artes marciales mixtas de que quizás no fuera el luchador que nos dijeron que era: de que quizás era más bombo que platillos. En un esfuerzo por salvar su reputación, Till tomó la decisión de pasar de la categoría wélter a la de peso medio.
La apuesta podría funcionar. Till siempre ha sido enorme para un peso wélter y no sería la primera vez que un luchador revive su carrera subiendo una categoría de peso. Por supuesto, tampoco sería el primer luchador en arruinarse subiendo una categoría de peso. Hay advertencias por todas partes, pero Till no necesita buscar más allá del colosal nocaut a Cris Weidman de parte de Domunick Reyes la semana pasada durante el debut en peso semipesado del excampeón en peso mediano para ver que saltar a una categoría más pesada puede ser una forma peligrosa de reavivar una carrera en decadencia.
Corey Anderson vs. Johnny Walker
Corey Anderson (12-4) y Johnny Walker (17-3) encarnan las dos filosofías de lucha que se disputan actualmente el alma de las artes marciales mixtas. Anderson es un luchador que de manera lenta y metódica agota a sus oponentes y les quiebra el espíritu, mientras que Walker es el deslumbrante improvisador que noquea a la gente con rodillazos altos y puñetazos giratorios. Anderson casi siempre gana las peleas por decisión técnica. Walker ha ganado sus tres peleas de la UFC por nocaut en un total de tres minutos. Anderson es callado y decidido. Walker tiene estrellas en los ojos y una personalidad gigantesca, y la UFC tiene sus esperanzas puestas en él. Después de todo, no ocurre todos los días que un peso semipesado llegue y se mueva con la gracia y abandono de un peso pluma audaz con una personalidad que hace juego. Sin embargo, hasta ahora Walker no ha tenido siquiera que sudar en el Octógono, ni hablar de tener que esforzarse contra la adversidad, y la mejor forma de ver de qué está hecho un luchador ostentoso es meterlo en la jaula con un sujeto como Anderson y ver cómo responde a la miseria progresiva que solo un luchador de toda la vida puede infligir.
Stephen Thompson vs. Vicente Luque
Tras diez años como profesional, el artista marcial brasileño nacido en Estados Unidos Vicente Luque (17-6-1) acaba de ganarse una reputación. Su pelea de ida y vuelta contra Bryan Barberena en febrero fue una de esas riñas salvajes pero fascinantes que le quitan años de la vida a los luchadores y hacen que los fanáticos de las artes marciales mixtas se cuestionen la moralidad de su pasión al mismo tiempo que se enamoran del deporte de nuevo. Su pelea contra Mike Perry solo seis meses después fue casi igual de dura: tan dura, de hecho, que quizás siempre se conozca a Luque como el hombre que le movió la nariz a Perry del frente de la cara al costado.
Sin embargo, no se pueden discutir los resultados. Luque llegó a su clasificación en la UFC participando de guerras castigadoras que acortan carreras: allí encontró su voz. Así, el problema con el que se enfrenta en el UFC 244 es uno existencial: ¿cómo haces que Stephen “Wonderboy” Thompson (14-4-1) pelee de forma tosca? El maestro de karate está entre los mejores luchadores de la historia de las artes marciales mixtas en lo que respecta a propiciar golpes sin recibirlos. Es brillante en el contraataque y un maestro de la distancia y la evasión, un verdadero ajedrecista. Su postura de esgrima alargada y astuto movimiento de pies lo hacen casi intocable, mientras que tiene un carácter que lo hace evitar cualquier riesgo de daño innecesario en el nombre del orgullo o masculinidad. Hacer que Thompson pelee de forma tosca sería como hacer que el sol saliera por el oeste. Vicente Luque podría tener que recurrir a la magia o al hipnotismo para lograrlo.
Derrick Lewis vs. Blagoy Ivanov
Derrick Lewis (21-7-1) nunca será un gran luchador de artes marciales mixtas. Es un boxeador decente dotado de fuerza, pero a los 34 años de edad parece indiferente a mejorar su técnica de forcejeo o llegar a un estado físico suficientemente bueno como para poder competir realmente contra los mejores luchadores del mundo. Sin embargo, no vemos a la “Bestia Negra” para atestiguar una demostración de destreza en artes marciales o majestuosidad atlética. Lo miramos porque da las mejores entrevistas después de las peleas y porque, más que cualquier otro en la nómina de la UFC, se parece a nosotros: a un fanático que se dio cuenta de que tenía algo de talento y agallas y decidió intentarlo sin importarle la salud y la seguridad. A medida que las artes marciales mixtas evolucionan y los luchadores se convierten más en verdaderos atletas, con talentos y dotes físicos muy superiores a los de la gente normal, Lewis nos remonta a la época en la que todo lo que necesitabas para luchar en la UFC era un poco de destreza, mucho coraje y la simple locura de querer intentarlo. Puede ser que su oponente, Blagoy Ivanov (18-2), tenga mucha más experiencia y entrenamiento, pero como muchos de los contrincantes de Lewis más habilidosos y entrenados aprendieron a lo largo de los años, solo hace falta una mano derecha enorme y toda esa experiencia pierde su significado. Incluso en 2019, el hombre común aún tiene una oportunidad.
Cartel de UFC 244
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Este artículo fue escrito originalmente por Josh Rosenblatt en inglés.